La enseñanza del servicio
Como un buen Maestro, Jesús no dudó en enseñarle a sus discípulos la actitud con la que debían tratarse entre sí y con la que, además, debían atender a los demás: EL SERVICIO. En el relato presentado por Marcos en el capítulo 10 de su evangelio, se nos da a conocer la preocupación de algunos de los discípulos quienes, siguiendo los criterios del mundo, osaron pedirle al Señor unos puestos principales en el Reino. Esto generó malestar y revuelo entre los otros discípulos. El Señor atajó cualquier tipo de reacción con una especial enseñanza.
En el fondo les pidió que lo imitaran a Él y no a los poderosos de la tierra. Estos terminan por oprimir a los demás, mientras que Él realizaba la entrega de su vida para la salvación de los hermanos a través del Servicio. No he venido a ser servido sino a servir.
Jesús, ejemplo a imitar
Pero no se limitó a ese momento particular. En variadas ocasiones les recordó que debían ser los últimos en sus puestos para ser los primeros en el servicio y la entrega. Por otra parte, la sencillez y la apertura de mente y corazón para ser misericordiosos como el Padre Dios eran condiciones distintivas en el seguimiento de Jesús, cuales discípulos que eran de Él.
Jesús les dio el ejemplo. Durante la Última Cena, como nos lo refiere Juan, se desojó de sus vestiduras y de su condición de Maestro para mostrarse como el servidor, capaz de lavarles los pies a ellos. Este gesto fue acompañado por la invitación a hacer lo mismo, imitándolo a Él.
En el fondo, Jesús, a lo largo de su ministerio, les fue formando en el estilo que lo caracterizaba a Él: el servicio. Este suponía la entrega generosa y sacerdotal a favor de los demás. Con ello mostraba la radical consecuencia de su encarnación: se despojaba de su condición divina para mostrarse como esclavo-servidor de la humanidad (cf. Flp 2,6ss)
El servicio en la formación permanente del clero
Dentro de las tareas de un obispo en relación a la FORMACION PERMANENTE de sus presbíteros está la de insistir “a tiempo y a destiempo” en esta dimensión diakónica del ministerio sacerdotal. Están llamados a manifestarse como servidores en todo momento para así mostrarse como “otros Cristos”. Por supuesto, que debe hacerlo desde el propio y personal ejemplo de vida. Pero es una tarea necesaria y que exige sea continua. El Papa Francisco nos insiste en una idea que puede ayudar a entender esta tarea: recuerda que los ministros ordenados, obispos, presbíteros y diáconos, no son “profesionales de lo religioso” ni “gerentes pastorales”. Son, ante todo ministros; es decir, servidores.
Conducir por la senda de la humildad
Dentro del marco de la FORMACION PERMANENTE por parte de cada obispo, no sólo el recuerdo sino la insistencia pedagógica y enseñanza acerca del servicio constituyen uno de los temas más recurrentes. Se hace necesaria la enseñanza del servicio. Siempre hay el peligro de contagiarse de los criterios del mundo y pensar que los sacerdotes llegan a ser “importantes” o sentirse superiores a los demás. La preocupación del obispo como maestro de sus presbíteros incluye la decisión de conducirlos por las sendas de la humildad y del servicio, con lo cual, además de ser testigos creíbles, les hará identificarse mejor con el Señor Jesús a quien están configurados por el sacramento del Orden. Para decirlo con la simbología peculiar del Papa Francisco: se trata de mantener viva la imagen de ser PASTORES CON OLOR A OVEJAS.
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