Pastoral de la Vocación

Cómo prevenir la cultura del abuso (II)

Este artículo está escrito por Jesús Castillo

En esta segunda parte se abordan tres medios más para indicarnos cómo prevenir la cultura del abuso en las comunidades cristianas formativas, sean iniciales o permanentes.

Cómo prevenir la cultura del abuso

Anteriormente se estableció un gradual acompañamiento tocando los principales valores humanos y cristianos para ir estructurando una nueva cultura en la persona. Ahora se quiere continuar con esta gradualidad hasta llegar al acompañamiento grupal por parte de un miembro responsable del grupo o profesional. Son estrategias para saber cómo prevenir la cultura del abuso.

4. La apertura al acompañamiento de un profesional

La competencia de un profesional e intervención a tiempo ayuda a ampliar el panorama humano del acompañado. La Iglesia en sus directrices exhorta a hacer uso de las competencias profesionales, especialmente de la psicología con el fin de aportar al proceso de formación del futuro sacerdote[1].

Entorno al uso prudente de la psicología la Iglesia recomienda que la psicología utilizada corresponda y sea coherente con la antropología del Concilio Vaticano II. De lo contrario no podría ayudar a lograr el fin del acompañamiento psicológico.

Una recomendación importante es el abordaje de las heridas emocionales de la infancia. Estas requieren siempre un acompañamiento profesional terapéutico que ayude a recuperar la serenidad de la vida, abordar y reelaborar la experiencia traumática y emprender un nuevo sentido de la misma. Esta es también una herramienta que nos enseña cómo prevenir la cultura del abuso.

5. La vida espiritual

Para que todo el corpus del acompañamiento adquiera altura y consistencia es necesario tener en cuenta el aspecto fundante espiritual. Por muy cuidado que esté el aspecto antropológico y psicológico hay la gran necesidad de poner todo el camino hecho en un ambiente trascendente. El cuidado de la dimensión espiritual ayudará al acompañado a considerar la ayuda de la gracia[2] así como a la confianza en sí mismo, ambos presupuestos son indispensables para caminar en torno al crecimiento de la propia dignidad[3].

          Si este presupuesto es ignorado, todo podría quedar en la inmanencia del plano científico y antropológico, dejando así en exposición y vulnerabilidad el interior de la persona. Se carecería de una sana estima de sí y, por tanto, una desconfianza ante el proceso de autoconocimiento[4].

Y fuera de excluir lo humano, lo que hace la dimensión espiritual es tomarlo en consideración y elevarlo a una categoría superior, de modo que la persona adquiere mayor facilidad para la autoaceptación y el autocontrol. Así, la persona se hace cada día responsable de sí mismo frente a los demás. Esto agradece mucho al proceso de la autotrascendencia, pues ya no es la sola persona quien se sigue así misma sino que tiene un referente teocéntrico en su interior: Jesucristo.

6. La revisión de la vida comunitaria

Una de las maneras más efectivas de conocerse es tomar en cuenta cómo miran a la persona los que comparten la vida con ella. Hay cosas que la persona misma no es capaz de fijarse ni tomar importancia. Los hermanos en una comunidad pueden aportar a tiempo ciertas advertencias que tienen como base las necesidades personales. No se trata aquí de discutir el bien y el mal hecho sino aprender a corregir con caridad y en fraternidad y dejarse corregir. Y como comunidad aprender a crecer. El ámbito sinodal ayuda a restablecer nuevas normas de convivencia, de modo que se va clarificando periódicamente el ideal que se persigue.

          El acompañamiento grupal es una práctica importante que se pide desde las directrices de la formación sacerdotal vigente[5]. No basta acompañar al individuo sino también al entorno en el que vive.

Sirven mucho algunos esquemas que los mismos formadores o acompañantes pueden realizar con la finalidad de sanar las heridas presentes en la comunidad. De esta manera toda la comunidad está implicada en cómo prevenir la cultura del abuso.


Referencias

[1] RFIS 147. 191-196.

[2] Luigi Rulla, Antropología de la vocación cristiana, Sociedad de Educación Atenas, 225-226.

[3] Luigi Rulla, Antropología de la vocación cristiana, Sociedad de Educación Atenas, 149-150.

[4] «Los valores objetivos autotrascendentes son una fuerza motivante que favorece la autotrascendencia teocéntrica mientras que por otra, los valores naturales pueden favorecer solo o prevalentemente una autotrascendencia egocéntrica o filantrópica social que puede estar en oposición con la teocéntrica». Cfr. Luigi Rulla, Antropología de la vocación cristiana, Sociedad de Educación Atenas, 164.

[5] Cfr. RFIS 50

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