Seguro que muchos de los que hemos estado en la formación nos hemos visto apurados haciendo nuestro proyecto personal de vida justo al iniciar el curso, o ayudando a hacerlo a otros. Muchas veces nos habrá resultado bastante agobiante. Algunas propuestas para elaborar el proyecto de vida anual exigían de nosotros indicar una serie de objetivos, medios e indicadores desbordantes y angustiantes; se trataba de una propuesta para trabajar a lo largo de un curso. Al contemplar nuestra redacción, seguramente la revisamos un par de veces, pero luego la olvidamos.
Queremos ofrecer, como equipo formador, una propuesta que sea viable para motivar a los formandos a plantearse como algo realmente serio e importante la elaboración y revisión continua del proyecto personal de vida, sabiendo que es una herramienta eficaz para la formación.
No podemos olvidar que el objetivo de la formación es preparar al sacerdote como futuro pastor. Un servicio que tiene como modelo el ministerio de amor hasta el extremo que Jesús mostró en toda su vida, entregada en favor de la salvación de todos. Así el seminarista tiene la tarea de asumir su formación como ese proceso de configuración con Jesús Buen Pastor para poder servir a la comunidad. Por tanto, hay que trabajar. Hay que situarse, saber dónde nos encontramos, en qué situación estamos y hacia donde nos dirigimos. Y para hacernos más conscientes de ello tenemos que marcarnos objetivos, tener claro a dónde se pretende llegar, con qué medios contamos, y de cuánto tiempo disponemos para ello.
Ciertamente el proyecto personal de vida es “personal”; pero dado que no vivimos solos, el mejor aliciente para motivar a los seminaristas es que sepan que hay un proyecto más grande, un proyecto en el que no solo entran ellos, sino toda la comunidad, donde formadores y formandos se ven implicados. Así, sugerimos los siguientes pasos para poder armar el proyecto personal de vida:
El primer encuentro
1. Explicar su sentido e importancia en una reunión comunitaria; que todos sepan qué es el PPV y sean conscientes del porqué y del para qué esta herramienta es importante para el crecimiento integral del seminarista.
2. Presentar el objetivo general de la comunidad. El nuestro de este año, por ejemplo, está en clave sinodal: «Avanzar en un estilo de formación más sinodal (“caminar juntos”) para llegar a ser los hombres de comunión en nuestras respectivas comunidades.»
3. Dividir por grupos, según las dimensiones de la formación: humana, comunitaria, intelectual, espiritual, pastoral, y específica o vocacional donde proceda.
4. Distribuir las distintas dimensiones por grupos, y que hagan un mínimo de 6 propuestas para cada una de ellas, con vistas a alcanzar ese objetivo general de vivir más sinodalmente, en nuestro caso.
5. Que cada grupo comparta lo que ha pensado, a modo de lluvia de ideas. Así todos tendrán ya ejemplos e ideas para poder armar su propio PPV.
6. Pedirles que para un segundo encuentro todos tengan como por lo menos un objetivo por aérea.
El segundo encuentro
Habiéndonos asegurado de que todos tienen ideas suficientes para pensar en objetivos para cada dimensión, habrá que ayudarles a plantear objetivos y medios. Uno, como animador, tiene que estar atento a todo eso que los chicos han compartido y después sugerirles ejemplos para que realicen su proyecto personal. Proponemos algunos ejemplos más adelante.
1. En este segundo encuentro, comenzar explicando que un objetivo siempre se plantea con un verbo en infinitivo, seguido de un “que” y un “para que”. Ejemplos de verbos para objetivos pueden ser: Procurar, participar, organizar, compartir, atender, realizar, fomentar. Además, hay que enfatizar que un objetivo tiene que ser algo realizable y evaluable.
2. Presentar al menos un ejemplo por cada dimensión que vaya acompañado de medios. Ejemplos:
Dimensión humana:
Objetivo: realizar lo que tengo asignado para ir creciendo en corresponsabilidad en todo lo que afecta la vida en el Seminario.
Por medio de: Un buen conocimiento de las tareas asignadas. La conciencia de que haciendo bien las cosas colaboro a que todo funcione mejor en casa. La comunicación de desperfectos que conviene atender de inmediato.
Dimensión comunitaria:
Objetivo: Fomentar la participación activa, voluntaria y recreativa en el deporte, para poder desarrollar dicha actividad de manera formativa.
Por medio de: La puntualidad a la hora de iniciar las actividades. La disponibilidad para integrar los distintos equipos. La actitud positiva de crear una ambiente sano y recreativo.
Dimensión intelectual:
Objetivo: Participar de manera activa en las actividades de formación para un mayor enriquecimiento de todos los participantes.
Por medio de: La presencia en las actividades programadas. Una actitud positiva para aprovechar el espacio formativo. El interés por tomar parte en las actividades organizadas.
Dimensión espiritual:
Objetivo: Tener presentes en nuestra oración a nuestros hermanos seminaristas para que el Señor les ayude a perseverar en su camino vocacional.
Por medio de: El compromiso de encomendarlos diariamente al Señor. El pedir oraciones a otras personas por nosotros. La elaboración de una oración personal y compartida con nuestros compañeros.
Dimensión pastoral:
Objetivo:Compartir las experiencias vividas en pastoral para enriquecer a nuestros hermanos seminaristas.
Por medio de: La información-comunicación informal entre compañeros. El espacio semestral para la comunicación por parejas de apostolado. Reseña periódica en las carteleras de algunas de las actividades de apostolado.
3. Una vez presentado esto viene el momento del trabajo personal. Hay que motivar a los seminaristas para poder realizar su proyecto en un formato de tabla para que puedan tener a la vista todas las dimensiones a trabajar con máximo dos objetivos por dimensión, que estén en consonancia con el objetivo general.
Señalarles después un plazo específico (una o dos semanas), y en la entrevista personal con el formador y el acompañante espiritual revisar el proyecto para que, en función del mismo, se pueda ofrecer también un acompañamiento más eficaz.
La continua revisión del PPV debe motivarse con al menos dos entrevistas por semestre volviendo sobre los objetivos planteados ahí, y una especie de evaluación al final del curso para que se ayude al formando a darse cuenta de su progreso y sus oportunidades de mejora, esto servirá también para darle continuidad a lo trabajado con el PPV del próximo curso.
Para concluir
Sabemos que esta herramienta es de gran utilidad para el proceso formativo y por eso creemos conveniente revalorarla y, siempre que haga falta, reinventarla sin que pierda su esencia. Los animamos a confiar en esta herramienta y darle la importancia que merece en el acompañamiento entre formador y formando.
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