Pastoral de la Vocación

Seminaristas de ‘dos alas’. Relación entre la filosofía y la teología en la formación

Este artículo está escrito por J. Roberto Ávila

Los estudios teológicos son una etapa que trae consigo nuevos retos en la formación del seminarista. Esto no se circunscribe únicamente al ámbito intelectual, también se presenta en las otras dimensiones formativas (humana, espiritual y pastoral). Sin embargo, la teología conlleva nuevos cuestionamientos, muchos de los cuales se dan a partir del acercarse, más sistemática y, por ende, crítica y científicamente, a la Sagrada Escritura. Ciertamente, los estudios teológicos presentan una continuidad con los filosóficos, sin embargo, también fuerzan a ir ‘más allá’ de los límites que éstos representaban y, por ello, marcan una discontinuidad al darse un encuentro más contundente entre la razón y el dato revelado (‘auto-manifestarse’ de Dios).

Es interesante constatar algunas actitudes negativas que se presentan en los seminaristas de cara a los estudios teológicos. Podríamos mencionar tres de ellas (aunque tal vez haya más). Por un lado, están aquellos para quienes la teología parece ser una ‘liberación’ de las ‘complicaciones’ de la ‘insensata’ filosofía; además, la teología –se piensa- es ‘entrar más en lo que nos compete’ (por el estado de vida al que se aspira). En segundo lugar, están para quienes los estudios teológicos no son atrayentes, ni motivan, pues éstos supuestamente se reducen a estudiar únicamente ‘lo que la Iglesia o lo que los pensadores cristianos dicen’, estando la respuesta ya dada desde el principio. Finalmente, aquellos para quienes la teología supone simplemente una etapa más que hay que pasar, disfrutándola o sufriéndola, según el caso; es la postura de indiferencia.

¿Qué tanto sustento de dichas posturas hay en la realidad?; ¿verdaderamente la teología supone un olvido o superación de la filosofía, recurriendo a ‘la sierva’ únicamente de vez en cuando?; ¿será que la teología representa simplemente una receptividad pasiva de la doctrina de la Iglesia y su tradición?; ¿cuál es el vínculo entre ambas ciencias?

1. Las dos alas hacia la verdad

La Fides et Ratio presenta una conocida metáfora para hablar de la relación entre la fe y la razón: las ‘dos alas’ que elevan el espíritu humano[1]. Es una metáfora que busca resaltar la vinculación de estos ámbitos del saber, mismos que sólo pueden ‘elevarse en conjunto’, no separadamente; asimismo, las alas siempre están sincronizadas, posibilitándose una trascendencia. Se vislumbra que el crecimiento de un seminarista sólo puede darse cuando la razón y la fe crecen paralelamente y, como se desprende de esta afirmación, tanto los estudios filosóficos, como los teológicos, son valiosos en sí mismos e indispensables.

El elemento unificador de ambos ámbitos del saber y que, asimismo, será el elemento unificador en la formación filosófico-teológica del seminario, es la búsqueda de la verdad. Tanto la filosofía, como la teología, tienen como presupuesto el principio aristotélico: «todos los hombres por naturaleza desean saber»[2]. Ambas ciencias buscan ese saber, buscan la verdad, en definitiva. Ahora bien, la razón nunca puede ser un absoluto y está llamada a encontrarse frente al misterio que la revelación misma implica; además de que la fe no le es incompatible, por el contrario, es condición de posibilidad para que se desarrolle a plenitud y se perfeccione, alcanzando la profundidad y el misterio de la existencia.


[1] Cf. Juan Pablo II, Carta encíclica Fides et Ratio, 14.09.1998, en: http://w2.vatican.va/content/john-paulii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091998_fides-et-ratio.html, 25.10.16.

[2] ARISTÓTELES, Metafísica, Gredos, Madrid 2011, I, 980 a, 71. 

2. Continuidad y discontinuidad de los estudios teológicos

Cuando se cruza el puente de la filosofía a la teología, frecuentemente se escucha aquella frase inspirada en von Balthasar de que la «teología debe hacerse de rodillas». Más allá de entenderla como una frase piadosa, de fondo está el hecho de que hacer unos estudios teológicos serios, implica a todo el ser, en donde se incluye a la razón; asimismo, este ‘intercambio’ viene a ‘conmocionar’ toda la existencia, derrumbando muchas veces –no sin cierto sufrimiento- los restos de una espiritualidad infantilizada.

La teología está llamada a generar en el seminarista una reflexión, una crítica seria; los estudios teológicos, análogamente a lo que sucede en la filosofía, provocan cuestionamientos, cambio de paradigmas, ampliación de horizontes. Si una teología no se vive con una cierta dosis de problematización, no puede llamarse tal, dado que no hay ejercicio racional y no pasa de ser una recepción pasiva de contenidos ya elaborados, sin mayor trascendencia en la vida del formando.

Esta confrontación que se genera a partir de los estudios teológicos puede llevar al seminarista a una cierta crisis, que no necesariamente es relativa a la fe, entendida como un ‘riesgo de dejar de creer’, pero sí tal vez una crisis sobre la manera de concebir y vivir la fe. La crisis, como sabemos, representa también una oportunidad y, en el caso del seminario, ésta se materializa en una purificación de las concepciones previamente construidas y asumidas con respecto a la fe, pero también a la vida moral que se desprende de aquélla.

Estas reflexiones de ninguna manera buscan conducirnos a pensar que la teología no implica un elemento adicional, el cual trasciende a la misma razón humana. Benedicto XVI decía: «la teología cristiana no es jamás solamente un discurso humano sobre Dios, sino que al mismo tiempo es siempre el Logos y la lógica en la que Dios se revela»[3]. De ahí que la fe, así como la verdad revelada que es su fundamento, impulsan a la razón para ir más allá de sus propios límites. Evidentemente, la Palabra, tiene un papel fundamental.

A partir de todo esto podemos afirmar que un formando no está llamado a despreciar, sino a valorar, las dos ‘alas’; ni la sola razón que puede llevar al ‘racionalismo’; ni la sola fe, que derive en un ‘fideísmo’. Los estudios teológicos presentan desde esta perspectiva una continuidad muy clara con la filosofía, pero también marcan una discontinuidad, que lejos de un divorcio con la razón, buscan su elevación y armonización.


[3] Benedicto XVI, Discurso del santo padre Benedicto XVI a los monjes cistercienses de la Abadía de Heiligenkreuz, 09.09.07, en: http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2007/september/document

s/hf_ben-xvi_spe_20070909_heiligenkreuz.html, 10.11.22.

3. Actividad

Se propone la lectura de la encíclica Fides et ratio y su posterior reflexión grupal. Puede realizarse en distintas sesiones, según el tiempo que se disponga. Aprovechando el contenido del documento, se sugiere abrir una discusión a partir de las siguientes preguntas:

  • ¿Qué pienso de la relación entre filosofía y teología?
  • ¿Cómo me siento ante los estudios teológicos?
  • ¿Se podría prescindir de los estudios filosóficos para el sacerdocio? Argumenta.
  • ¿Considero que la filosofía ha aportado algo a mi vida, tanto humana como espiritualmente?
  • ¿De qué manera me servirá la filosofía en la etapa de teología?

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