Pastoral de la Vocación

Este artículo está escrito por Juan Carlos Martos cmf

La “Propuesta Vocacional” marca el comienzo del Acompañamiento Vocacional. Debe  tener en cuenta necesariamente su triple dinámica:

  • Vocación: Dios llama (siempre por mediaciones) y el hombre responde (siempre con libertad). 
  • Con-vocación: Dios llama desde los otros, con los otros y para los otros.
  •  Misión: Dios llama para algo.

¿QUÉ ES EXACTAMENTE UNA PROPUESTA VOCACIONAL?

Se trata de hacer a otro la invitación personalizada y explícita de plantearse la posibilidad de una llamada del Señor a tal vocación específica. No se parte de una actitud de espera a que se le ocurra al otro, sino de “ida”, de iniciativa, de salida, de oferta. Presenta, pues, los rasgos de una pastoral típicamente misionera. 

La propuesta puede presentarse en tres pasos:

  • Invitar a alguien a que se plantee la orientación vocacional de su vida.
  • Invitarle a que, delante del Dios de Jesucristo, se pregunte: “¿Dónde serviré yo más y mejor?”
  • Invitarle a reconocer su lugar en el conjunto de las diferentes vocaciones cristianas.

¿QUIÉN DEBE HACER LA PROPUESTA VOCACIONAL?

Dios llama siempre por mediadores y mediaciones. No podemos olvidarlo. En principio, todos podemos ser portavoces de una propuesta a otros. Normalmente serán los agentes de pastoral –consagrados y laicos- quienes hagan la propuesta. Ellos deben constituirse en “mediaciones significativas” con una cierta “autoridad moral” que les permita cumplir un triple objetivo:

  • Invitar a otros a leer la propia vida y la historia en clave de llamada. No se trata de decirles lo que tienen que hacer, sino ayudarlos a formularse preguntas: ¿Dónde serviré yo más y mejor? ¿Te has preguntado si Dios te llama a…? ¿Por qué no te lo piensas?
  • Mostrarles al Señor Jesús que está presente en su propia historia personal, dándole sentido y orientación.
  • Ser claros, respetuosos, pero también directos, al plantear abiertamente la propuesta.

¿A QUIÉN SE DEBE HACER LA PROPUESTA VOCACIONAL?

La propuesta vocacional no es, normalmente, algo puntual y aislado. Con frecuencia supone un proceso de conocimiento y contacto con un joven al que definimos como “candidato”. En principio, el candidato presenta este perfil:

  • Un o una joven que está viviendo su fe cristiana, que manifiesta inquietudes por vivirla a fondo con un compromiso más intenso y muestra la suficiente idoneidad
  • Pero no se debe olvidar que la propuesta se puede hacer también puntualmente, en un encuentro fortuito, cuando se dan algunas circunstancias que lo aconsejan y con el cuidado requerido. El “olfato pastoral” del agente también debe funcionar.

¿CUÁNDO SE DEBE HACER LA PROPUESTA VOCACIONAL?

Normalmente se deben tener en cuenta dos factores importantes como criterios de oportunidad para hacer directamente una propuesta vocacional:

  1. Con relación a la edad: lo ideal es que se haga al final de la preadolescencia, en la adolescencia o comienzo de la juventud. Es importante tener en cuenta la perspectiva psicológica de la toma de decisiones de la vida (Vg.: año antes de la universidad; elección de carrera; cambio de residencia…). Pero no se puede olvidar el hecho del retraso de la adolescencia que hace que muchos de nuestros jóvenes se estén haciendo replanteamientos vocacionales durante la carrera universitaria.
  2.  Como momentos significativos para lanzar abiertamente la propuesta, pueden ser:
    • La entrevista personal
    • Una situación personal “especial”
    • Un momento fuerte de su vida (experiencia misionera, descubrimiento de la oración, encuentro con una persona, campo de trabajo, pascuas…)
    • Con ocasión de actividades vocacionales (catequesis, testimonios…)
    • Con motivo de la asistencia a una ordenación sacerdotal, a una profesión, una visita a un centro formativo… que haya podido causar impacto.

¿CÓMO SE DEBE HACER LA PROPUESTA VOCACIONAL?

Normalmente, la propuesta vocacional se enmarca dentro de un contexto pastoral de conocimiento, confianza, libertad y fe. Desde ahí, se tienen en cuenta, entre otros, estos dos criterios prácticos:

  • Dar tiempo suficiente a la reacción de candidato. La propuesta se debe hacer de manera propositiva, no impositiva. Y precisa de la paciencia y con la confianza, del acompañamiento y de la espera, de la ayuda y del respeto, de la libertad y de la docilidad discipular. Ello exige acompañar siempre. No dejar solos a los llamados. Colocarse a su lado.
  • Motivar la adhesión a la llamada. Invita a secundar la llamada. Ello supone despertar la disponibilidad y la aceptación, la adhesión y la correspondencia. No es una llamada entre otras.

¿QUÉ HACER DESPUÉS DE PROPONER LA VOCACIÓN?

Atender la reacción del candidato. Tras la propuesta vocacional se debe atender a la reacción del candidato. Dios ha hecho a las personas seres únicos y originales. Cada ser humano le dice “sí” a Dios con su peculiaridad propia. No se pueden homogeneizar las reacciones. Pueden darse, en principio, tres reacciones:

  • Que el candidato acepte hacerse el planteamiento. Se inicia así un proceso de acompañamiento que durará hasta que tome una decisión concreta, en el sentido que sea.
  • Que el candidato rechace hacerse el planteamiento vocacional, por las razones que sean, manifiestas o no. El agente pastoral habrá de ser respetuoso y comprensivo; evitará presiones innecesarias, a la vez que mantendrá abierta la posibilidad de un replanteamiento en un futuro. Si se mantiene la relación pastoral, posteriormente deberá abordar las causas de la negativa.
  • Que el candidato retrase –por los motivos que sea- el planteamiento. Convendrá fijar un plazo aproximado, según las circunstancias, para retomar el tema.

Itinerario de clarificación vocacional

La propuesta vocacional es sólo el comienzo. Si procede, la continuación del servicio debe mostrar un itinerario concreto de clarificación personal. Por ello, se deben concretar estos puntos:

  • Fijar fecha de la nueva entrevista personal.
  • Indicar sumariamente cómo se procederá para discernir la presunta llamada.

También es importante acordar algunos criterios que deben estar siempre presentes:

  • La libertad en el comienzo y desarrollo del discernimiento
  • La sinceridad y claridad para abordar los temas
  • Unos ciertos compromisos que se irán derivando de los encuentros (referentes a la oración y reflexión personal, al estilo de vida, a la organización del tiempo…)
  • Detalles concretos para el contacto (dirección, teléfono o correo electrónico…)

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