Sábado Santo
La luz que me hacía falta
- 1. Objetivo: Los jóvenes conocen la imagen de Jesús libre como modelo de hijo de Dios que jerarquiza sus opciones.
- 2. ¿Te ha pasado?
Dana es una chica que está muy contenta con su vida: tiene asegurada una beca universitaria por los 2 años que resta a sus estudios, tiene un intelecto increíble. En casa todo está aparentemente en orden, sus padres y hermanos cosechan éxitos en los estudios y el trabajo, gozan de buena salud. Nada ha sido fácil ni gratis, la familia ha pasado momentos difíciles y al fin han visto la luz al final del túnel. Sienten han conquistado un poco de paz después de algunos desafíos.
Dana se siente consolada en este momento de su vida. Está por iniciar un emprendimiento y tiene buenos pronósticos. Se siente entusiasmada y motivada y ya quiere iniciarlo.
Sin embargo, últimamente a pesar de sentirse “en paz” y ver “todo en orden” siente un profundo vacío, algo le hace falta y no es feliz. Siente no conectar con todo lo bueno que está pasando y lo que viene.
No se explica a sí misma de dónde viene esta sensación de no sentirse plena.
¿Qué le falta a Dana para ser feliz?
¿Cuándo tienes un vacío, qué haces con él?
Los jóvenes como tú alguna vez experimentan el vacío, ¿tú, con qué lo llenas?
- 3. Palabra que ilumina
Leer Mc 10,17-31
Comentario
Este episodio en el que un hombre piadoso y de buena voluntad, pero rico, rehusa dar el paso decisivo en el seguimiento de Jesús, manifiesta la abundancia de bienes terrenos, sin ser algo malo en sí mismo, es un inconveniente con frecuencia muy serio para seguir a Jesús y entrar en posesión del reino. En cambio, el desprendimiento y la renuncia en el momento presente son garantía de una gran recompensa en el futuro.
- 4. El espejo
La saciedad es una sensación de estar “llenos” de algo. A veces esa saciedad es sólo temporal y tiene fecha de caducidad. Cuando se está lleno se tiende a rechazar o a subestimar otras propuestas. Y las propuestas constantes de Dios no son la excepción en nuestra lista de rechazos. Dios muchas veces es “friendzoneado”.
Cuando algo hay vacío y se quiere llenar se ha de saber discernir qué dejar pasar y qué no.
Cuando uno va al supermercado con hambre suele comprar cosas, muchas veces inútiles o que no vamos a comer nunca. Algo así sucede en nuestra vida interior, al no saber reconocer el vacío de Dios solemos elegir mal y saciarnos de cosas con fecha de caducidad que tarde que temprano se irán de nosotros.
Siguiendo el ejemplo del supermercado usaremos la imagen del “carrito de compras” e identifiquemos qué cosas cosumimos y qué cosas nos consumen de modo que nos dejan saciados pero no plenos de modo que Dios pasa a segundo lugar.
En una hoja de papel dibuja tu carrito de compras y escribe dentro de él todo lo que “consumes” o te consume la vida.
- 5. Diálogo que profundiza
Una vez enlistadas las cosas que “llenan” el carrito de compras es momento de discernir. ¿Qué realmente y en qué medida me nutre tal o cual cosa y cuál es un “alimento chatarra” o que simplemente no me nutre.
Es importante este momento porque ayudará a formar una conciencia de los propios bloqueos frente al seguimiento del Señor en nuestra propia vocación.
Podemos compartir con alguien en el grupo nuestro discernimiento del “carrito de compras”.
- 6 Propósito que nos trasciende
A la luz de la propia reflexión respecto a lo que verdaderamente nos alimenta y que no, incluso podríamos prescindir de ello elabora un propósito que te ayude a “querer” en o “amar” en su justa medida de modo que no te haga falta y tampoco te excedas.
Los nutriólogos hablan de porciones, y en el discernimiento podríamos aprender a dar su auténtico valor a las personas y cosas. La clave está en amar pero es bueno saber qué amamos y en qué medida de modo que siempre tengamos una jerarquía de amor.
Recuerda las palabras de San Juan Pablo II: Cristo no quita nada y da todo.
- 7. Digno de celebración
Cuentan en 1 Mac 4,36-61 que los judíos sufrieron por la profanación de su templo y su altar. Este era lugar de encuentro con Dios. De ahí surgirá la fiesta de la Dedicación. Una fiesta a la que Jesús asistió como buen hebreo. En esa fiesta recitaban una serie de salmos. Te invitamos a conocer el salmo 118 (117) “Este es el día que actuó el Señor”. Este salmo puede servir como oración de agradecimiento al Señor. Sería bueno pedir la valentía y la sabiduría para saber desapegarse con sencillez de aquello que perturba el corazón.
Seguro que cuando te has dado cuenta que has dado a tu corazón excesivamente a cosas o personas puedes sentirte culpable o reprocharte muchas cosas. No caigas en esa tentación, mejor levántate y reconoce que sólo unido al Señor podrás dar su justo valor a las personas y a las cosas y no lanzarte sobre ellas de modo irracional.
San Agustín lo reconocerá y lo hará un cántico. Puede servirte para guiar tu oración y hacerla tuya o escribir o recitar una que salga de tu interior.
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.
Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.
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