Para esta catequesis vocacional, vamos a seguir un poco el pasaje evangélico de Jesús y Bartimeo (Mc 10,46-52). En el fondo se trata de poner al joven ante la llamada de Jesús, que es ante todo una invitación a seguirlo. Nos parece interesante presentar la vocación en clave de seguimiento de Jesús según el evangelio antes que pensar en «roles» en la comunidad cristiana. Es cierto que el Señor llama a seguirlo en un camino concreto. Pero esa concreción de la vocación se da cuando hemos hecho el mensaje del evangelio parte de nuestra vida. Lo primordial es siempre vivir la vida cristiana, que después se especifica en las distintas vocaciones en la Iglesia.
Por eso como primer objetivo de esta catequesis vocacional queremos que el joven tome conciencia de lo que significa seguir al Maestro. Junto a esto, la necesidad que tenemos, en el seguimiento de Jesús, de estar acompañados por una persona madura en la fe y por la misma comunidad cristiana. La dinámica está prevista para realizarla en un grupo de adolescentes o jóvenes como una primera reflexión sobre la vocación.
1. Hacer experiencia
Para esta primera parte, pediremos a los jóvenes que se sienten en el suelo. A cada uno les ataremos las manos en la espalda una vez que ya se han sentado. Debe dejarse suficiente espacio entre ellos, de manera que no se toquen. Les pediremos entonces que se pongan en pie, sin que puedan valerse de nada para ello (no se vale apoyarse en una pared o una columna para ponerse en pie). En general, la actividad tiene una cierta complejidad, aunque no es imposible. No obstante, si vemos les resulta sencillo, podemos poner otra dificultad, como atar también las rodillas. Hay que jugar aquí con generar unas condiciones donde el ponerse en pie no sea imposible, pero sí sea difícil.
Después que la mayoría se haya puesto en pie (es posible que alguno no lo consiga, no pasa nada), les pediremos que se sienten de dos en dos, espalda con espalda, y que vuelvan a ponerse en pie. Pueden ayudarse mutuamente. En una tercera ronda les pediremos que se sienten por equipos de 3-4, en círculo, de espaldas, y que se pongan en pie. Igualmente, pueden ayudarse.
2. Pensar la experiencia
Terminada la dinámica, invitamos a los jóvenes a hacer una sencilla reflexión, en base a las siguientes preguntas:
- ¿Cómo te has sentido? ¿Haz experimentado impotencia, tal vez? ¿Te has visto incapaz en algún momento? ¿Por qué?
- Cuando has hecho la dinámica en pareja, ¿qué has pensado al principio, que iba a ser más fácil o más difícil? Y después, ¿cómo ha sido?
- Al hacerlo en grupo, ¿qué te ha parecido? ¿Os habéis organizado de alguna manera? ¿Había alguno que dirigiera a los demás?
- ¿Qué crees que tiene que ver esta actividad con tu vida? ¿Qué sentido crees que tiene lo que hemos hecho?
3. Mirando el evangelio
Después de que todos han hablado, se ilumina la situación con el relato evangélico de Mc 10,46-52:
Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó: «Rabbuní, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
Se puede dejar un momento para que cada uno relea el texto en su biblia o en móvil. Y después invitamos a poner en relación lo que hemos hecho en la dinámica con la situación que vive este ciego de nacimiento. Se abre un turno de intervenciones espontáneas para que cada uno vaya expresando sus ideas. El que dirige procura ir centrando las intervenciones y sacando los puntos nucleares que van apareciendo.
Para iluminar
El que dirige la sesión, invita a reflexionar con las siguientes ideas:
- Vamos a contemplar el evangelio en clave de vocación. La invitación que recibe el ciego es, por una parte, levantarse. Su respuesta no es solo ponerse en pie, sino seguir a Jesús.
- Su situación nos invita a pensar en nuestra propia vida: seguir a Jesús no es sin más una decisión personal; ante todo es una invitación que él nos hace a dejar nuestras cosas, nuestros planes, por responderle.
- Seguir a Jesús implica siempre unas renuncias: hay que poner en un segundo lugar lo que uno se ha puesto como meta en la vida, porque hay algo más importante, que nos da la felicidad, que es el responder a Jesús y seguirlo.
- No es fácil dejar estas cosas, ni siquiera ver la importancia de la invitación del Señor. No es fácil «ponerse en pie» cuando uno está solo, porque puedes pensar: total, si estoy muy cómodo sentado… Por eso necesitamos de otros para que levantarnos nos sea más sencillo.
- Como al ciego, muchos también te dirán lo mismo: calla, quédate sentado, sigue así tranquilo con tus cosas, con tu vida, con tu mando… Pero hay otra clase de personas que te ayudan a ponerte en pie, te animan a que escuches la voz de Jesús, te alientan a seguirle…
- En el camino de seguimiento es provechoso contar con alguien en quien apoyarnos a la hora de ir tras el Maestro. Es lo que conocemos como «acompañante espiritual», «director espiritual», «acompañante vocacional»… un cristiano maduro que nos ayuda a comprender mejor las indicaciones del Señor.
- También la comunidad cristiana juega un papel importante en el caminar cristiano, porque cuando vamos junto a otros descubrimos lo hermoso de ser parte de la Iglesia.
4. La vocación de todos es seguir a Jesús
En esta parte final, se puede invitar a cada uno a que reflexione sobre lo anterior en clave vocacional. Pueden ayudar las siguientes preguntas:
- ¿Has pensado alguna vez que Jesús te invita a que te pongas en pie, dejes «tu manto» y lo sigas?
- ¿Qué crees que significa para ti el dejar ese «manto»? ¿Qué consideras que debes poner en un segundo lugar en tu vida?
- ¿Has encontrado a alguien que te ayude a descubrir la llamada de Jesús?
- ¿En qué sentido crees que participar de un grupo cristiano puede favorecer el seguimiento del Señor?
- Si Jesús te llamara a un seguimiento más específico, a una vocación de consagración, ¿qué crees que te costaría más?
5. Responder a la llamada
En esta parte final se invita a todos a ponerse en un clima de oración. Se vuelve a leer el evangelio, y tras un breve silencio, se anima a que cada uno se ofrezca a seguir al Señor con esta oración1 que se puede compartir para que todos la tengan:
Iré detrás de ti,
si tú vienes a mi
buscando horizontes
más amplios para volar.
Iré a enseñar a todos
que tú eres libertad,
que sólo en ti se encuentra
el manantial,
la felicidad,
la verdadera paz.
Iré siempre en tu nombre
despojado de mis cosas,
buscando en la noche,
sediento de tu amor.
Iré a decirles a todos
que tú eres alegría,
la eterna oferta
de un amor total.
Iré a buscar camino
detrás de cada lucha,
donde los hombres sufren
su llanto y soledad.
Iré si tú me llamas
a ser siempre tu amigo
sin importarme nada,
pues tú eres mi caminar.
Iré diciendo a todos,
iré contando siempre,
iré entre los hombres
gritando la verdad.
1 https://pastoralsj.org/recursos/oraciones/140-salmo-del-seguimiento
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