Si hay algo que no concuerda con el cristianismo es la rigidez, aquella persona con aires legalistas a la que su comportamiento termina por hacerle daño, no sólo a ella misma, sino también a los que comparten con ella. El Papa Francisco lo comentaba en su homilía el Domingo de la Palabra de Dios diciendo “La rigidez no nos cambia, nos esconde” (23/01/22).
Trastorno de la personalidad
Reconociendo este fenómeno social sabemos que en los ambientes eclesiales también ocurren estas actitudes y comportamientos. Juan Antonio Moya Sánchez es sacerdote y también doctor en Psicología. Acaba de publicar un artículo que cuenta con un abordaje sobre El histrionismo personal y eclesiástico. En él, el autor aborda el comportamiento de estas personas que sufren un trastorno histriónico de la personalidad. Describe algunas generalidades de los pacientes que lo padecen y también las actitudes o comportamientos que permiten detectarlo.
La atención en el acompañamiento
Nos parece sumamente interesante porque nos permite ver, en los ambientes eclesiales, este tipo de actitudes. Más necesario aún si acompañamos vocaciones. Forma parte de la responsabilidad del acompañante saber conversar sobre estas situaciones con el acompañado. El diagnóstico de este trastorno de la personalidad, en caso de no darse, puede generar posteriormente un daño importante a la otra persona y a aquellos con los que trabaje. Al final de la nota, el autor comenta también que la misma experiencia de las celebraciones litúrgicas se pueden ver afectadas intencionalmente por quienes padecen el trastorno.
Entre las tareas que se derivan para cada uno de nosotros, como cultivadores de buenas vocaciones, podrían ser la apertura de diálogos profundos sobre estos temas, acompañados con especialistas en la materia, y también una madura corrección fraterna que acompañe también los ambientes diocesanos.
Nuestra forma de hacer pastoral
Finalmente, debemos reconocer que, con facilidad, muchos de los comportamientos expuestos por el artículo pueden ser parte de nuestra “forma de hacer pastoral”. Que esto nos lleve a un discernimiento sobre nuestro estilo y forma de servicio, pues éste es más que un capricho personal. Como lo ha dicho el sacerdote, la gran tarea de los ministros frente al pueblo de Dios es llevarlos al Misterio y acercarlos a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
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