Pastoral de la Vocación

actitudes para el acompañamiento

Actitudes para el acompañamiento

Este artículo está escrito por Juan Carlos Martos cmf

Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían

si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista

Mahatma Gandhi

Actitudes para el acompañamiento

Lo fundamental en el acompañamiento no es fundamentalmente lo que se dice, ni las técnicas que emplea el acompañante, sino la calidad del encuentro personal, el establecimiento de una buena relación personal con el acompañado. Tal relación se halla condicionada por las actitudes fundamentales del acompañante. Dichas actitudes para el acompañamiento se pueden reducir a las siguientes:

1. Fe en el dinamismo de la zona profunda del ser

En el fondo de toda persona existe una zona positiva que está animada por un impulso vital que permite a toda persona llegar a ser lo que es. Se trata de una tendencia propia a toda vida humana a expandirse, crecer, desarrollarse y madurar. Es una orientación profunda positiva, constructiva, que tiende a la realización de la persona, que progresa hacia la maduración y la socialización. Mientras mejor comprendido y aceptado es un individuo, mayor es su tendencia a abandonar las falsas defensas que ha usado para afrontar la vida y a comprometerse en un camino progresivo.

No se trata de tener una visión inocente e ingenua de la propia naturaleza humana. Por necesidad de defenderse contra temores internos, el individuo puede llegar a comportarse de manera increíblemente cruel, horriblemente destructiva, inmadura, antisocial y perjudicial. No obstante lo cual, las tendencias positivamente orientadas existen en el nivel más profundo, constituyendo uno de los elementos más reconfortantes y más vivificantes de la relación de acompañamiento.

2. Autenticidad

Consiste en que el acompañante se conozca tal como es, se acepte a sí mismo incluso en los aspectos más negativos que pueda haber en él y en la franqueza de presentarse a cara descubierta, evitando esconderse detrás de una máscara o del rol que desempeña.

Para ser auténtico no es preciso comunicar al acompañado todos los estados de ánimo que se guardan en el propio interior. Pero sí a no fingir. La autenticidad permite crear el clima de franqueza y de confianza recíproca necesario para la relación. La falta de autenticidad se introduce en el encuentro personal un “doble lenguaje” que oscurece la comunicación y hace perder la confianza en el acompañante.

3. Aceptación incondicional

Se le llama también actitud positiva incondicional, consideración positiva incondicional… Se trata de calor, atención, afección, interés, respeto… por el acompañado. Ello supone que el acompañante admite realmente al acompañado, cualquiera que sea el sentimiento que lo mueve en el momento: miedo, confusión, dolor, orgullo, cólera, odio, amor, valor, terror… y cuida de él pero no de una manera posesiva; que lo aprecia en su totalidad, y no de manera condicional. No se contenta con aceptarlo cuando tiene ciertos comportamientos, y desaprobarlo cuando tiene otros. Ello implica:

  • ACEPTAR SUS SENTIMIENTOS RESPECTO DE MÍ Y A LO QUE ME ES QUERIDO: El acompañante debe preguntarse si es capaz realmente de permitir al otro experimentar sentimientos hostiles hacia él. Ello supone distinguir entre aceptar a la persona y aprobar los actos en sí mismos, en su contenido objetivo.
  • NO MANIFESTAR APROBACIÓN NI DESAPROBACIÓN, EN CUANTO A LA PERSONA Y SUS DECISIONES. El acompañante debe ser un doble del otro, un segundo yo, otro él mismo, pero un yo confiado, comprensivo, sin temor, acogedor y amable. Esa actitud permite al otro recobrar la confianza en sí mismo y explorarse sin miedo de aceptarse y amarse.

El fundamento de la aceptación incondicional radica en que una persona vale siempre más de lo que parece. El fondo de su ser es positivo. Mi actitud de fe en ella le permitirá despertar y manifestar en mayor o menor grado los tesoros ocultos en ella. Los aspectos negativos que manifiesta son reacciones de defensa contra temores internos. 

4. Empatía en la diferencia

La empatía consiste no sólo en la capacidad de captar el significado de la experiencia ajena, sino también la capacidad de devolver este significado a quien lo vive, para que él sienta que realmente está siendo comprendido. Percibir de manera empática es percibir el mundo subjetivo del otro, como si fuésemos esa persona.

Pero no debe anular nunca la distancia, de manera que no sea una disolución del propio yo en el ajeno o, a la inversa, del yo ajeno en propio. No hay que perder de vista que se trata de una situación análoga, “como si”. Implica que se experimenta la pena o el placer del otro como él mismo lo experimenta y que se advierte la causa como él la advierte -sus sentimientos o sus percepciones-, sin olvidar nunca que se trata de experiencias o percepciones del otro. Si esta última condición está ausente o cesa de obrar, no se trata de empatía sino de identificación.

Ha de ir unida a las otras actitudes de las que aquí hablamos también. No puede darse sin ellas. Puede ser considerada como actitud y como técnica:

  • Como actitud significa sensibilidad hacia el acompañado, atención a sus contenidos existenciales, gozo en el acompañamiento de su proceso de integración personal y de clarificación opcional. Es la capacidad de sumergirse en el mundo subjetivo del otro y participar lo más posible de su experiencia.
  • Como técnica, evita imponer soluciones. Actitud de “reflejo” (hacer de espejo), ayudarle a personalizar y establecer un proyecto personal. Debe afrontar algunos obstáculos que, entre otros, pueden ser:
    • La actitud egocéntrica
    • La directividad
    • La tendencia a juzgar y la rigidez mental
    • La afectividad no equilibrada

5. Respeto de la autonomía del otro

Esta actitud es importante porque sólo el acompañado posee la totalidad de las informaciones sobre lo que vive. Él siente, al menos vagamente, dónde está el nudo de su proceso y dispone de los medios para resolverlo. La relación propia del acompañamiento debe favorecer el aprendizaje de la autonomía responsable. Ello exige:

  • NO ALIENAR. Entre la exposición y el análisis de la propia situación, hay que dejar al acompañado escoger, al final, por sí mismo sus propias pistas, ya que él mismo percibe intuitivamente la totalidad de su problemática y los aspectos que tienen importancia para él mismo en este momento. Hay que limitarse a seguirla y acompañarla en su búsqueda.
  • RESPETAR LA AUTONOMÍA. En la búsqueda de los medios para caminar y en la toma de decisiones hay que respetar su autonomía. El acompañado debe descubrir el medio eficaz que ya le ha permitido en ciertas circunstancias obrar de la manera más satisfactoria, y solamente él puede decidir lo que le conviene ahora.
  • TENER FE EN EL OTRO. Esto solo es posible si se tiene fe en el otro; fe en los aspectos positivos de su ser, a pesar de las perturbaciones y zozobras que puede describirnos; fe en el dinamismo vital que posee y que le permite hacer frente, por sus propios medios, a las dificultades que encuentra.
  • NO DIRIGIR. Esta actitud supone que el acompañante debe haber excluido toda intención de hacer tomar conciencia, de dirigir, formar, manipular… Para acompañar hay que utilizar una relación de enseñanza. La relación del acompañamiento es una relación destinada a ayudar al acompañado a hacer frente a las exigencias de la vida tal como se le presentan. 
  • RESPETAR LOS RITMOS. Ante la lentitud de proceso, hay que recordar que no hay crecimiento verdadero y definitivo sino desde el interior. Lo único que está en nuestro poder para apresurar ese crecimiento, es crearle un ambiente propicio.

Estas actitudes para el acompañamiento se van adquiriendo con una adecuada disposición interior del acompañante, que debe buscar continuamente mejorar la tarea que realiza.

Cuestionarios de trabajo

Se presentan a continuación dos cuestionarios que pueden ayudarte a evaluar la relación con los acompañados y ver si tienes las oportunas actitudes para el acompañamiento El primero, que lleva por título CUESTIONARIO DE AUTO OBSERVACIÓN, es para que tú, como acompañante, puedes evaluarte. El segundo, ESCALA PARA VALORAR LA CALIDAD RELACIONAL DEL ACOMPAÑANTE, puedes entregárselo a alguna de las personas que acompañas para que te evalúen y puedas mejorar tus actitudes para el acompañamiento.

CUESTIONARIO DE AUTO OBSERVACIÓN
ESCALA PARA VALORAR LA CALIDAD RELACIONAL DEL ACOMPAÑANTE

Te sugerimos que leas este interesante artículo sobre el acompañamiento propio del formador y del director espiritual, donde también se indican algunas actitudes para el acompañamiento.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la política de privacidad y los términos de servicio de Google.

Share This