Pastoral de la Vocación

Esperar ¿para qué?

Este artículo está escrito por Isabella Reimi

Isabella Reimi nos trae esta sugerente reflexión para quienes se plantean el tema de la sexualidad en el tiempo del noviazgo. Un material valioso para quienes acompañan a jóvenes parejas que quieren vivir su noviazgo desde la fe.

¿Por qué los niños no pueden trabajar? Trabajar es bueno. El trabajo es un espacio donde se puede ejercitar la virtud, te disciplina, trae consigo un beneficio económico que se puede ayudar al aporte familiar. Uno pensaría que si un niño empezara a trabajar desde los ocho años tendría ocho de ventaja con respecto a uno que empieza en un trabajo de medio tiempo a los 16 y por tanto se ahorra muchas novatadas.

Si un educador, psicólogo o experto en desarrollo humano está leyendo esto ¡De seguro estaría alarmadísimo! Explicaría que a la edad de ocho años y por algún tiempo más el niño debe concentrarse en la escuela y con el tiempo que le sobra debe descansar, recrearse y socializar con su familia y sus pares. También diría que es falsa la creencia que mientras más experiencia tenga se desenvolverá mejor, pues un adolescente que reforzó sus habilidades numéricas y linguísticas al debido tiempo será un mejor trabajador que uno que no, y en un futuro un adulto mucho más confiado y pleno que otro al que se le sobre exigió.

Sin embargo, creemos que cuando se trata de nuestra sexualidad, saltarse etapas está bien, que conocernos y a nuestra pareja sexualmente de antemano nos prepara para el matrimonio. Mientras tanto, ignoramos el tiempo precioso que debemos emplear para develar nuestras motivaciones y sanar heridas antes de atarnos al otro de por vida. Y es que el sexo en el noviazgo nos roba el tiempo y la atención a la voluntad de Dios.

De hecho, así como con el adolescente que trabajó durante su niñez en lugar de estudiar matemáticas, estoy convencida de que el sexo en el noviazgo nos resta en el sexo en el matrimonio. ¿Pues como manifestar con el cuerpo la entrega absoluta y decir “eres lo más importante para mí” si no buscamos el momento y el lugar que nos produzca absoluta paz y a nuestra pareja también? Sin lugar a dudas el momento perfecto es después del “para siempre”, y el lugar es ese nuevo hogar.

Seguro si nos preguntamos por qué no nos hemos casado se asomarán algunas carencias, la primera siempre es la económica: no tenemos dinero para empezar una vida juntos, o soñamos con una boda con todos los detalles y no podemos pagarla. A veces se menciona el poco tiempo de relación o la edad, que en el fondo es decir que no estamos maduros para tomar una decisión permanente. ¿Vale la pena exponer al amado a esos escenarios de inseguridad?

Esta es la levadura del matrimonio

El bestseller de las bodas cristianas, la primera carta a los corintios, nos dice:  “El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla”. La paciencia es la primera de las virtudes que define al amor y honestamente la más necesaria de practicar si se aspira a pasar toda la vida con una persona que dejará la bañera llena de cabellos mojados, o peor, la tapa del inodoro arriba.

Pongamos otro ejemplo: imaginemos que deseamos hornear pan, y creemos que tenemos todos los ingredientes. Sal, harina, agua y la levadura. Pero en lugar de hacerlo con la técnica adecuada, mezclamos todo y lo metemos al horno. Seguro lo que obtendremos será similar a una piedra más o menos comestible, dura de pasar y soza de sabor. En cambio, hay quien amasa cuidando que no se escape un grumo y da tiempo suficiente para que la levadura se active y los sabores tan delicados se integren, para que el horno se caliente antes de meter la masa y así permita que el pan se dore uniformemente. Aseguro que ese es el pan que todos queremos comer.

Se espera hasta el final y ni un momento antes. Imaginemos que después de esforzarnos en la masa, saquemos el pan del horno antes de tiempo porque así pálido como lo vemos decimos que ya llegó a su mejor condición. Detrás de la impaciencia está la desesperanza. Dejamos de confiar en el Dios que puso en nuestro corazón el sueño de amar y ser amados, y sómos incrédulos ante su capacidad de elegir el mejor tiempo para nosotros.

Pidámosle al Pan de Vida que nos alimente de paciencia y esperanza.

2 Comentarios

  1. Fernando Junior Gómez Rodríguez

    Saludos. Un artículo conciso y fascinante por el modo alegórico que se presenta la temática. Lo tomaré en cuenta para mis reflexiones.

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  2. Diana Florez

    Considero que este es un tema muy importante a tratar con nuestros jóvenes hoy, porque no conocen el valor del don precioso que han recibido de poder dar vida, de la entrega mutua, del profundo impacto que tiene este aspecto en el ser entero de la persona y del ser totalmente consciente, responsable y libre. Necesitamos conocernos más a la luz del Señor que nos ha creado para descubrir la manera de ser plenamente felices.

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