Dentro de la formación permanente que organiza cada congregación, por lo general se afrontan temas de diversa índole, relacionados con el carisma propio o con el momento que atraviesa la Iglesia. Con frecuencia se olvida la hermosura de la vocación religiosa. No se profesan los votos por un frío cálculo de lo que implican. Más bien, uno se siente arrebatado por el fuego pasional que te indica una y otra vez que «merece la pena». Si proponemos este encuentro, es porque todos necesitamos, de vez en cuando, recordar el motor de nuestra vida: la propia vocación. El formato es el de una catequesis con jóvenes que tantas veces hemos dirigido. En ese estilo simple y abierto podemos abordar cuestiones que son profundas. Nos interesa cada cierto tiempo contemplar nuestra vida con la frescura y sencillez que teníamos a los 15, a los 20 años… Solo que ahora lo hacemos desde una experiencia más rica.
Un encuentro para reflexionar sobre la propia vocación
Planteamiento
Este sencilla reflexión nos hace volver la mirada a una vocación hermosa: la de señalador del Camino. Se propone en el formato de un sencillo encuentro entre los hermanos o hermanas de la comunidad. La persona que dirige la sesión puede comenzar invitando a los presentes a que respondan en una hoja (previamente dada) la siguiente pregunta: ¿En qué consiste para ti la vocación religiosa?
Pedimos, después de unos minutos, que Como es de suponer, cada uno irá dando su particular visión, por lo general en clave «institucional» o «racional». Es posible que alguien se anime a compartir algo más personal. Pero, por lo general, todos se moverán dentro de los tópicos vocacionales sobre lo que significan los votos, la vida entregada a Dios, el servicio al mundo, etc. Está bien recoger el sentir común haciendo un resumen de lo dicho. Hay mucha riqueza detrás de lo que cada uno experimenta o piensa, aunque no sepa ponerle palabras determinadas. También es interesante, de vez en cuando, volver al núcleo de nuestra vida, aquello que orienta lo que hacemos cada día y que aspira a unificar todo lo que somos en cuanto hijos de Dios.
Contemplar
Después que todos han expresado su parecer, les invitamos a contemplar la siguiente imagen:
Seguidamente, entregamos a cada uno una copia del siguiente texto:
Este dibujo de Cesc refleja con bastante exactitud el oficio del sacerdote. (Un sacerdote ensotanado y con sombrero negro ve una señal que indica el camino hacia la derecha. Se acerca, la agarra y la cuelga de nuevo orienta hacia arriba. Tras lo cual sigue su camino).
Jorge Sans Vila
Sería bueno que Cesc «tradujese» gráficamente con otro dibujo el oficio del religioso.
Creo que bastaría una pequeña modificación: en vez de un hombre que cambia la señal horizontal en vertical, un hombre, una mujer, señalando con su persona, con su vida, el Camino; hecho él señal.
La vocación del religioso es la de señalador no de caminos sino del Camino; no con palabras, sino con su vida.
Porque lo específico, lo típico, lo personal de un religioso ciertamente no es curar, ni educar, ni decir misa, ni ser santo.
Santos tenemos que serlo todos los cristianos. Presidir la Eucaristía es oficio de los sacerdotes. Educan los padres y sus colaboradores delegados. Curan los médicos y las enfermeras. Curar, educar… el religioso puede hacerlo «luego», «de bajada», «por desbordamiento». Pero lo suyo, lo propio es poner nuestro reloj a Tiempo, orientar nuestra brújula hacia el Norte, ser flecha que señale el Camino, hacia Arriba, para que los cristianos que son peregrinos no olviden nunca que sólo Dios basta.
Reflexionar
Es un buen momento ahora para dialogar sobre la imagen y sobre el texto. Se puede ir animando el diálogo con estas preguntas, dejando que quien quiera vaya respondiendo con tranquilidad y con franqueza. Es normal que surjan otras cuestiones ligadas a la reflexión:
- ¿Alguna vez habías visto tu vocación desde esta perspectiva?
- ¿Qué crees que te aporta personalmente esta forma de ver tu propia vocación?
- Nombra a algún hermano o hermana que te haya «señalado el Camino». Explica qué significó eso para ti.
- ¿Qué actitudes crees que debes fomentar para cumplir con tu vocación de «señalador del Camino»?
Orar
Después de escuchar a todos, quien modera la sesión recoge el parecer de todos, indicando las cosas que se han repetido, también el propósito de cada uno de querer vivir la fidelidad a la vocación, de esforzarse más por corresponderla… Hecho esto, invitamos a los participantes a ponerse en disposición de oración. En el fondo, toda nuestra vida se orienta una y otra vez hacia Él.
En este momento final, podemos leer algún texto del fundador o de la fundadora de la congregación que sea especialmente ilustrativo al describir el propio carisma. Nos puede ayudar a descubrir de qué manera estamos llamados a señalar el Camino a otros.
Después de leer el texto tras dejar un momento de silencio, invitamos a hacer una petición u oración personal en voz alta. Concluimos rezando juntos el padrenuestro.
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