En la segunda catequesis sobre el discernimiento, pronunciada el 7 de septiembre en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco coloca el acento en el impacto que la satisfacción temporal de los bienes materiales provocan en el hombre y también en el bien último al que éste tiende naturalmente, que solo es Dios.
La satisfacción temporal de la materia y nuestra predilección por ella, no es más que una fascinación momentánea que pronto nos deja un vacío. Pero, el contacto con aquello que nos conduce a Dios, provoca en el hombre una felicidad que permanece y que impulsa al espíritu a buscar más de él.
Vida personal y discernimiento
Toda vocación intenta corresponder a este deseo de dar lugar al bien último, a Dios mismo. Pero constantemente encontramos dificultades en las respuestas, tanto personales y comunitarias, al llamado que Dios pronuncia con fuerza. El Papa nos recuerda que, lo anterior, fue experimentando por San Ignacio de Loyola, que, por una herida de guerra, reconoce a Dios, haciéndole comprender por medio de una situación ajena, y no esperada por el santo, la posibilidad de encontrar a Dios que habla a través de aquello, que al principio no comprendemos totalmente.
Puedes acceder aquí a la catequesis completa.
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