«El ministerio apostólico en una Iglesia sinodal» es una nota del boletín de noticias sobre el artículo de Jaume Fontbona i Missé «La dimensión sinodal y colegial del ministerio apostólico» publicado en el número 229 de la revista SEMINARIOS.
El Papa Francisco ha invitado a la Iglesia a redescubrir su propio carácter sinodal. Esta dimensión, olvidada durante tanto tiempo, cobra hoy una nueva actualidad. Y no solamente por el momento eclesial en que nos encontramos. También por el momento social presente, tan inclinado a valorar la participación representativa y la toma conjunta de decisiones.
Obispos y presbíteros en la reflexión sinodal
En un reciente artículo de Jaume Fontbona, publicado en la revista Seminarios, se ofrece una interesante reflexión sobre dos dimensiones fundamentales del ministerio apostólico ejercido por obispos y presbíteros. Estos, en efecto, quedan insertados por la ordenación en un colegio al que se vincula el desarrollo de su misión. La pertenencia a cada uno de estos dos colegios (el episcopal de todos los obispos que preside el Papa, y el presbiteral que encabeza el obispo diocesano) impone una manera concreta de ejercer el ministerio apostólico.
¿En qué sentido estos dos colegios expresan la naturaleza sinodal de la Iglesia? ¿Cómo entender la participación activa en los mismos reflejando el carácter de miembros de un único Pueblo de Dios que camina en comunión construyendo y esperando el Reino a un mismo tiempo? Tanto la Iglesia diocesana como la Iglesia universal cuentan con unas estructuras que han de ser cauce para el ejercicio de la sinodalidad. Colegio episcopal y colegio presbiteral son dos de ellas. ¿Qué función están llamadas a desempeñar en el redescubrimiento de una Iglesia sinodal?
Los obispos y las iglesias locales
Fontbona nos presenta una perspectiva en muchas ocasiones olvidada. Los obispos participan de la estructura colegial no solamente por la ordenación episcopal, sino también como cabezas de una Iglesia local. En la medida en que este tipo de capitalidad se oscurece lo hace también la vocación sinodal que el pastor diocesano está llamado a hacer presente en su territorio. Dicho de otra manera: cuando el obispo es capaz de escuchar el sentir de su propia Iglesia diocesana; cuando está abierto a acoger la reflexión de los distintos actores del pueblo que le ha sido confiado; cuando promueve instancias de participación y ámbitos de decisión en conjunto con los bautizados entonces su participación en las instancias supradiocesanas (conferencias episcopales territoriales, concilios provinciales…) se hace bajo el signo de ir no solo en nombre propio (como miembro del colegio), sino también en nombre de su Iglesia local, a la que ha escuchado y de la que él es parte. Otras implicaciones de esta misma reflexión llevarían a reconsiderar la conveniencia de obispos curiales o no residenciales.
Los presbíteros y las comunidades
Lo dicho para los obispos tiene también su expresión en el colegio presbiteral presidido por el obispo. La importancia del presbiterio ha sido puesta de manifiesto por la doctrina de Presbyterorum Ordinis y Pastores Dabo Vobis. A este respecto, parece claro que el presbítero ejerce su misión como parte de un presbiterio diocesano que colabora con el obispo en el servicio a la Iglesia local. Una de las tareas que presenta nuestro autor es cómo hacer efectiva y real la cooperación del presbiterio con el pastor diocesano. Con demasiada frecuencia, el presbiterio es relegado a algunas cuestiones aisladas por el Derecho. ¿De qué manera ha de visibilizarse que los presbíteros son los «próvidos cooperadores» de los obispos? ¿Qué papel efectivo juegan en la actualidad los presbiterios (bien en su conjunto, bien en su órgano de representación como «consejo presbiteral») en el gobierno de la diócesis?
El ministerio apostólico en una Iglesia sinodal
Si los obispos deben saber promover las estructuras sinodales en sus iglesias diocesanas, también los presbíteros. Ellos trabajan más directamente en la atención de los cristianos. Por eso mismo deben saber establecer no solamente estructuras sino un talante propio de sinodalidad en las instancias donde se desenvuelve su misión. La eclesiología de comunión reclama una forma concreta de ejercer el ministerio apostólico. Este no solamente se ejerce en un colegio determinado. Desde él acoge el sentido de la fe de los fieles para ponerse a su servicio. Tambien para cumplir junto a ellos con la misión evangelizadora de la Iglesia. Sin embargo, en muchas ocasiones los presbíteros y las mismas estructuras de la iglesia diocesana no tienen suficiente sensibilidad para escuchar al conjunto de los bautizados.
Las ambiciosas intuiciones de Fontbona nos llevan a revisar el organigrama de nuestra Iglesia local, la forma de ejercer el ministerio en una comunidad diocesana que está llamada a expresar la comunión en la sinodalidad, la toma de decisiones y el ejercicio del gobierno, la participación de los laicos y de los religiosos, la importancia del presbiterio y su necesaria participación en la misión que se le encomienda junto al obispo. Así se sitúa el ministerio apostólico en una Iglesia sinodal.
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