La vida contemplativa es considerada, incluso en muchos espacios de la propia Iglesia, como anticuada, desfasada, hasta tachada de infecunda para nuestros tiempos. Desde Inglaterra en la Abadía de Santa Cecilia no lo creen así. En cambio, se habla de una llamativa y viva vida monástica. Es así como la comunidad de monjas benedictinas de la congregación de Solesmes han encontrado un lugar en la comunidad digital. Quieren ayudar a descubrir si Dios te llama.
La Abadía de Santa Cecilia
Esta comunidad de hermanas es conocida internacionalmente por su cultivada destreza en el canto gregoriano. Sin embargo, no solo eso las convierte en referentes del acompañamiento vocacional, sino también su propuesta e itinerarios de acompañamiento y discernimiento vocacional. Dentro de la nota a la que nos referimos se habla de “signos”, de “ayudas”, incluso de “requisitos”, haciendo de la aventura vocacional un hecho que entusiasma y que compromete toda la vida de la persona llamada.
La variedad de historias vocacionales
Quisiera retomar dos aspectos de esta noticia. El primero de ellos, y que nos dice mucho para nuestros espacios de acompañamiento es la variedad posible de historias vocacionales. Ellas mismas los dicen “diferentes como hermanas hay en la comunidad”. Un elemento que hace viva y llamativa esta comunidad es su capacidad de asombrar ante la llamada de sus hermanas: desde la infancia, fuera de la Iglesia, con muchos “pro”, con elemente “en contra», pero finalmente con una iniciativa del Señor que les llamó a estar con él. A menudo nuestros procesos de acompañamiento parecen ofrecer un molde, una lista de requisito que validan la llamada; parece que somos nosotros los que llamamos a “reclutar” y no más bien el Espíritu quién capacita y lleva a su Iglesia.
Los requisitos
Un segundo elemento es que dentro de los “Requisitos” las monjas hablan de la necesidad de una Voluntad para formarse. Llama la atención porque quizás no es un elemento que prestemos la suficiente atención, pero vocación es deseo de dejarse transformar, de crecer, de aprender, de acercarse más a Jesús. Muchas veces esta voluntad ya se deja ver o no ver desde la forma en que se deja acompañar el joven, o incluso la forma en que lleva adelante su proceso de discernimiento.
Que el Espíritu despierte también en nosotros, como agentes de pastoral vocacional, el deseo de formarnos, de transformarnos al estilo de Jesús. Que él sea el principal motor para descubrir si Dios te llama.
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