El primer pensamiento que pasa por la mente del que ha sido encargado de promover y animar el acompañamiento vocacional en la diócesis o en un instituto de vida consagrada suele ser: ¿Y ahora por dónde empiezo? Con mucha frecuencia se llega a esta tarea pastoral con poca información, si acaso con alguna idea más o menos común de montar convivencias, “pescar” interesados en las parroquias, grupos juveniles o simplemente esperar a que el teléfono suene con algún posible candidato.
Aunque esto suele ser más común de lo que debería, también hay que decir que en no pocos lugares se ha comenzado a reflexionar muy seriamente el tema vocacional. Se ofrecen cursos especializados y se proponen materiales para el acompañamiento. Sin embargo, muchas de esas ofertas no terminan de concretarse en proyectos de pastoral vocacional o en itinerarios de acompañamiento, por lo que gran parte del material que se produce queda guardado en los archivos del recuerdo.
Hay que decir por una parte que el agente de pastoral vocacional no se encuentra solo, pero al mismo tiempo, no se sabe en la práctica por dónde debe comenzar su tarea. El primer paso suele ser el más difícil, pero al mismo tiempo el más emocionante y consiste ante todo en tomar conciencia de la tarea y de los retos que la misma le pone delante.
Una primera invitación
La primera invitación que le hacemos al animador vocacional que se inicia en su tarea es la de hacerse la siguiente pregunta ¿qué es lo propio de esta tarea pastoral? Una respuesta inicial muy simple y que profundizaremos en su momento es esta: lo específico de la pastoral vocacional es poner de relieve el sentido vocacional de la fe y las formas concretas en las que el cristiano está llamado a vivir esa fe en la Iglesia.
Es imprescindible que el animador vocacional profundice en los principios teológico-antropológicos de la vocación. Sin una comprensión adecuada de estos principios se corre el riesgo de plantear acciones pastorales que no arraiguen en la vida de fe de los jóvenes, sino que se conviertan en meros “momentos” de compartir, en propuestas superficiales que no inviten a vivir la fe en clave vocacional.
Esto nos abre al segundo reto y es saber articular las acciones pastorales y los procesos de acompañamiento vocacional. Los espacios vocacionales son las instancias que nos permitirán articular ambos aspectos del quehacer pastoral.
¿Qué son los espacios vocacionales?
Pudiera parecer que nos referimos a lugares físicos asociados de alguna manera al tema vocacional: seminarios, casas de formación, centros vocacionales. Si bien estos lugares son referentes privilegiados de lo vocacional, cuando hablamos de espacios vocacionales nos referimos más bien a “ámbitos en los que el mensaje de la vocación es comunicado en alguna forma”.
Cualquier ámbito pastoral en el que se transmite y acompaña la fe puede llegar a ser un espacio vocacional. Así podemos hablar de la vocación en la catequesis, el grupo juvenil, las clases de religión, la homilía, una Hora Santa, etc. Abrir espacios vocacionales puede comprenderse entonces como “vocacionalizar” todas las acciones pastorales.
“El fundamento de esta acción pastoral está en que Dios llama a todos. El anuncio gozoso de la llamada de Dios es parte integral del proceso evangelizador. La llamada a la fe se traduce en un camino vocacional que al principio será percibido de modo genérico. Después irá adquiriendo su especificidad, hasta traducir el seguimiento de Jesús en la vida y personalidad irrepetible de cada uno.”
Pero también existen ámbitos de la vocación más específicos donde el tema vocacional en sus diferentes fases puede abordarse de forma más densa. Aquí entrarían los llamados “círculos vocacionales”. Son espacios para el encuentro, formación, acompañamiento y discernimiento de los jóvenes, donde se aborda el tema específicamente vocacional. El círculo vocacional sería el paso a seguir después del “despertar vocacional”, en el que se ha presentado a los jóvenes, de manera inicial, el primer anuncio de la vocación.
Abrir espacios vocacionales
Lo primero es definir el momento vocacional en el que se encuentran los jóvenes a los que queremos acompañar. Este momento puede ser el momento informativo, cuando el joven aún no se plantea el tema vocacional de ninguna manera. También puede corresponder a un segundo momento donde el joven comienza abrirse a una llamada para vivir su fe en la iglesia en un modo concreto. Finalmente, podemos situarnos en el proceso de discernimiento a una vocación de especial consagración.
De manera sencilla, podemos visualizar al menos tres momentos que permitirían organizar los contenidos y dinamismos propios del acompañamiento vocacional. A cada momento le corresponde un itinerario propio, con contenidos que pueden ser abordados en forma de catequesis vocacionales. Cada itinerario tendría un momento inicial, un desarrollo y un cierre que permita avanzar en el acompañamiento. Así queda asentado que todo proceso de discernimiento desemboca en una opción personal que va cristalizando en la medida en que se camina en el propio proceso de fe.
Organizando los espacios
La propuesta que hacemos a continuación se sitúa en el momento inicial, cuando el joven ni siquiera se ha hecho la pregunta acerca de su propia vocación, o apenas está empezando a acercarse al tema. Es el momento del “Kerygma” vocacional. Se trata por tanto, de hacer el primer anuncio de la vocación como acontecimiento en la vida de cada uno. En este momento no se va a proponer al joven la vocación específica al sacerdocio o la vida consagrada. Se trata más bien de invitarlo a hacerse la pregunta vocacional ¿Señor qué quieres de mí? y con ello a una comprensión de la vida y de la fe en clave vocacional. De esta manera podremos brindar una catequesis que despierte en los jóvenes la inquietud y los motive a la búsqueda de su propia vocación.
Con este material queremos motivar al agente a proponer espacios vocacionales que le permitan abrir procesos de acompañamiento. Desde aquí se podrán articular las acciones concretas en el marco más amplio del proyecto de pastoral vocacional y de la propuesta de un itinerario de fe, donde los jóvenes puedan saberse y sentirse acompañados.
Todos los textos citados en este artículo están tomados del material publicado: “Abrir espacios vocacionales” Materiales para el proceso vocacional inicial. Edita: Servicios de Animación Vocacional Sol. México 2008. De Emilio Lavaniegos y Juan Francisco Comendador.
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