Pastoral de la Vocación

Una vida abierta a la vocación

Este artículo está escrito por Alberto Castro

Podríamos pensar que la experiencia vocacional solo tiene cabida en historias de personas practicantes o muy cercanas a la vida eclesial. La historia de Beatriz Pérez Raposo nos recuerda una vez más el valor de una cultura vocacional. Ya que toda época y circunstancia de la vida del creyente es momento para corresponde al deseo de plenitud que Dios ha soñado para todos.

Este testimonio de la que fue una de las asesora de Asunto Europeo del Ministerios español de Economía viene a reafirmarnos que también la respuesta vocacional va mucho de virtudes y deseos de justicia social. Estos anhelos que todos podemos experimentarlos en la cotidianidad de los días.

Algunos puntos interesantes

A lo largo de la narración del testimonio de la Hermana Beatriz deben resonar en nosotros las expresiones que describen muchas de las formas actuales de encasillar la experiencia religiosa. Una religión “a mi medida”, creer que la experiencia religiosa es algo “ya dado” son algunas de las formas en las que se promueve un cristianismo superficial. Esta fe superficial nos hace creer que tenemos una relación con Dios, pero ésta no incluye ni a Jesús, ni a la Iglesia, como dice Beatriz.

Entre los elementos valiosos de su testimonio figura el hecho de cómo en sus tareas laborales fue dándose cuenta de lo que apasionaba su corazón. También cómo podía obrar un bien más grande desde sus posibilidades. Además, en la nota podremos observar cómo llega a acercarse a la Biblia y esto la transformó y la acercó más a Dios.

El kerigma vocacional

Es acompañada de distintos espacios eclesiales que Beatriz se descubre amada por Jesús y acompaña por él mismo, mientras ella le buscaba. La Hermana atribuye al Espíritu Santo que le dio la valentía de empezarse a plantear seriamente la concreción de su respuesta vocacional.

Este testimonio publicado hace unos días debe ser para nosotros motivo también de reconocer que la respuesta vocacional no tiene edad fija ni mucho menos ambientes donde puede y otros donde no puede surgir la vocación. Es precisamente el cultivo y la conciencia de una verdadera cultura vocacional. Esto nos puede permitir cultivar, sostener y acompañar de mejor manera todas las vocaciones de la Iglesia.

Puedes acceder aquí a la nota completa.  

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