Curso para acompañantes de matrimonios. La gran excusa de lo seres humanos nos viene, a menudo, de la típica frase: “no tenemos tiempo”. Esta excusa ha entrado también en las experiencias eclesiales y provoca que “no haya tiempo”, entre otras cosas, para acompañar. La vocación es una realidad de la vida del creyente que requiere siempre ser acompañada. Requiere tener a otro que camine a nuestro lado, otro que ofrezca perspectivas de las situaciones, otro que escuche con amor y con paciencia.
En Argentina se intenta abordar esta necesidad y se ha abierto la posibilidad de un curso formativo de acompañantes espirituales de matrimonios y parejas. Busca el dinamismo y la evangelización en equipo de toda la comunidad de fieles. No está dirigido solo a sacerdotes o diáconos que deseen acompañar, también a matrimonios cristianos, laicos, consagrados y agentes de la pastoral familiar.
Curso para acompañantes de matrimonios
El P. Gustavo Antico es el orientador de la formación. Tiene claro que el acompañamiento cristiano debe suscitarse también en el camino de las parejas y su vínculo. Esto nos lleva a pensar en los deseo detrás de la Exhortación Apostólica Amoris Laetetia:
“La Iglesia quiere llegar a las familias con humilde comprensión, y su deseo «es acompañar a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su camino»«.
Estas iniciativas deben mover nuestras agendas pastorales. Deben hacernos pensar en la necesidad de un acompañamiento vocacional que exige toda vocación y no solo quienes disciernen o viven la vocación sacerdotal. Solo acompañando la Iglesia puede hacerse servidora de todos, en sus historias y realidades particulares. Esta iniciativa desde Buenos Aires debe recordarnos el trabajo conjunto que se puede realizar desde la pastoral vocacional. También cómo providencialmente toda vocación puede acompañar y cuidar a otra. Cuando pensemos que “no tenemos tiempo” quizás nos falte aún capacidad de mirar a nuestro alrededor y saber que si unimos esfuerzos y carismas podemos seguir aunando esfuerzos por el Reino de Dios.
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