Hablar de la tarea del director espiritual o del acompañante espiritual en el ámbito de la formación inicial supone comprender la especificidad de su rol en relación con el papel del formador y demás agentes del proceso formativo. Con este breve artículo no queremos agotar, ni mucho menos, este tema que acabamos de señalar, lo iremos desarrollando a lo largo de varias entradas, pero sí queremos asomarnos al menos al marco general que la tarea del acompañante espiritual supone, así como algunos puntos a tener en cuenta para quienes llevan adelante esta delicada y apasionante misión de acompañar y caminar con otros en la búsqueda de la voluntad de Dios hacia la plenitud de la vida en Cristo.
El papel del acompañante espiritual en el seminario
Con respecto a la dirección espiritual nueva Ratio Fundamentalis (107) afirma:
“La dirección espiritual es un instrumento privilegiado para el crecimiento integral de la persona. El Director espiritual ha de ser elegido con plena libertad por los seminaristas de entre los sacerdotes designados por el Obispo. Esta libertad es auténtica solo cuando el seminarista se abre con sinceridad, confianza y docilidad. El encuentro con el Director espiritual no debe ser ocasional, sino sistemático y regular; la calidad del acompañamiento espiritual, en efecto, es importante para la eficacia de todo el proceso formativo. Los seminaristas tengan a su disposición confesores ordinarios y también otros confesores, que vengan regularmente al Seminario; más aún, siempre deberán tener la posibilidad de dirigirse libremente a cualquier confesor, sea dentro o fuera del Seminario. Es deseable que, para una formación integral, el Director espiritual pueda ser también el confesor habitual.”
En la entrada precedente, afirmamos que la dirección dimensión espiritual es la dimensión articuladora de todas las demás dimensiones formativas. Decimos articuladora porque las vincula dentro de un marco de referencia que no es otro que la configuración con Cristo Pastor. Si bien la dimensión pastoral puede ser vista como el eje transversal del proceso formativo, pues al seminario se viene para formar el corazón del pastor, la dimensión espiritual tiene la particular cualidad de orientar en la dirección fundamental todas las demás dimensiones, esto porque refiere todo el proceso formativo al fin último del itinerario vocacional: la santidad.
En el caso del presbítero, el llamado a la santidad se realiza en el desarrollo de su identidad espiritual propia, bajo el aspecto de la configuración sacramental con Cristo Pastor y Cabeza de su pueblo, al tiempo en que el proceso formativo entero contribuye a que se realice aquella configuración cordial, existencial, de la cual la dirección espiritual se presenta como herramienta insustituible.
Una buena dirección espiritual, que atienda los objetivos del proyecto integral de formación y desarrollo de los itinerarios planteados en cada etapa, contribuye a que se de un verdadero proceso de interiorización de los de los mismos, pues el ámbito de la conciencia, donde se da el verdadero camino de crecimiento y transformación del hombre nuevo (Ef 4, 24), es el ámbito natural de la dirección espiritual.
Animador de la vida espiritual
El director espiritual del seminario es ante todo quien coordina y anima la vida espiritual de la comunidad educativa. Esto incluye la animación de la vida litúrgica y sacramental, los actos de piedad comunes, como el rezo del rosario, actos marianos, vía crucis cuaresmales, etc., así como los ejercicios espirituales anuales y los que se organizan, bien sea en los tiempos litúrgicos fuertes o en los momentos que establezca el propio itinerario formativo.
Si bien el código de derecho establece una diferencia entre el director espiritual (c.238 §2) y el moderador de la vida espiritual (c.246 §4) , identificándose a este último con el acompañante espiritual propiamente dicho, la práctica en la mayoría de los seminarios es que el director espiritual, asignado por el obispo, lleve adelante la tarea del acompañamiento aunque no de manera exclusiva y mucho menos impuesta; coordinando a los demás directores espirituales que prestan su servicio en el seminario.
Dirección espiritual y proyecto formativo
Un aspecto importante en este punto es la necesidad que tiene el director espiritual de conocer a fondo el proyecto formativo. Y no sólo el proyecto sino también el itinerario que se proponga para alcanzar los objetivos que el proyecto señala. La dirección espiritual en el seminario no se encuentra segregada del conjunto de la formación con la excusa de que pertenece al fuero interno. En otra ocasión hablaremos de lo que significa efectivamente esta distinción. Nos referimos a que la dirección espiritual se inserta necesariamente en el conjunto del proceso formativo porque está referida a la dimensión espiritual.
Sólo por esta razón, el director espiritual debe acompañar, junto con los demás miembros del equipo formativo, los puntos que para cada dimensión se desarrollan en el proyecto integral de formación. Una dirección espiritual que no atienda a esto corre el riesgo de no cumplir con el objetivo integrador que le es esencial con respecto a las demás dimensiones de la formación, centrarse excesivamente en resolver las “crisis” de los dirigidos y desenfocar el proyecto formativo poniendo el acento en las sensibilidades espirituales personales del acompañante espiritual o del propio acompañado.
Por tanto, es necesario que exista entre el director espiritual y los moderadores de la vida espiritual que acompañan a los seminaristas, un espacio de encuentro donde se trabaje el proyecto integral de formación y se conozca aquello que atañe a la dirección espiritual, de tal manera que en el acompañamiento personal, los moderadores espirituales puedan ubicarse en el proceso de sus acompañados y la dirección espiritual favorezca, efectivamente, el crecimiento armónico en las demás dimensiones de la formación.
Algunas preguntas para la reflexión
- ¿Cómo se organiza la tarea de animar la vida espiritual del seminario?
- ¿Conocemos el proyecto integral de formación del seminario y lo que se pide en él al director espiritual?
- ¿Somos conscientes de la necesidad de acompañar cada etapa formativa en su aspecto progresivo y gradual?
- ¿El director espiritual del seminario conoce, anima y coordina a los demás moderadores de la vida espiritual?
- ¿Conocen los moderadores espirituales el proyecto integral de formación y lo que este pide en el crecimiento espiritual a sus acompañados?
- ¿Qué podemos proponer para mejorar el acompañamiento espiritual y la animación de la vida espiritual en el seminario?
Dejamos a continuación un material de lectura que ayuda a profundizar el rol del confesor y director espiritual en el marco del ministerio de la misericordia:
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